La industria automovilística también puede aprovecharse de dos de las propiedades físicas más importantes del grafeno y los nanomateriales basados en carbono, como son su resistencia mecánica y su ligereza. Gracias a ellas se puede fabricar una gran variedad de piezas de automóvil con propiedades mejoradas, desde las partes exteriores hasta la estructura del chasis.
Las resinas compuestas con grafeno u otros nanomateriales de carbono pueden aportar adicionalmente un efecto anti rayado y anti-corrosión (en los faros o en la pintura de la carrocería). Además, evitan la acumulación de carga electrostática gracias a la conductividad eléctrica del grafeno y dichos nonomateriales de grafeno. Con polímeros termoplásticos reforzados, además, también pueden fabricarse piezas del interior de los automóviles con capacidad de auto-calentamiento (efecto Joule) o con elevada conductividad térmica que proporciona al termoplástico capacidad de disipación térmica, evitando su sobrecalentamiento.
Otra posible aplicación de la elevada conductividad térmica del grafeno y nanomateriales de carbono consiste en su empleo como aditivo en los discos de freno, donde actúa como lubricante, reduciendo así el exceso de calor producido por la fricción. También se utiliza en los neumáticos, aportando una mayor resistencia mecánica y menor calentamiento por rozamiento.
Por último, la aplicación de grafeno en las baterías para automoción mejora la velocidad de carga y aumenta la capacidad de almacenamiento.